Me encanta jugar en el agua, en las piscinas, en el mar, pero antes siempre estaba muy asustada si no podía tocar el suelo, me petrificaba. De hecho, en cuánto el agua me alcanzaba el pecho no podía avanzar, ni podía moverme. Empezaba a entrar en pánico, y me echaba atrás hacia atrás.
Mi madre nos ayuda a regular nuestras emociones. Me acompaña cuando estoy asustada o cuando estoy enojada o cuando estoy triste. Así que al final sé hacerlo yo misma. Me ayuda mucho.
Un día estaba en la piscina con mi hermano y realmente quería poder ir al lugar del agua donde no podía tocar el fondo de la piscina. Así que me paré junto a la piscina frente al punto más profundo. Estaba muy asustada.
Cerré los ojos, puse las manos donde algo estaba pasando en mi cuerpo, y luego seguí estas sensaciones en mi cuerpo con las manos hasta que se calmó.
Cuando volví a abrir los ojos, miré el agua profunda de la piscina y no había nada. ¡Ya no tenía miedo! Así que salté.
Desde entonces, nunca más he tenido miedo de las aguas profundas. De hecho, ya no me doy cuenta. Nado y juego donde quiero, incluso en el mar.
Y ahora me entreno a tirarme de cabeza y sin taparme la nariz. ¡Me las he arreglado para pasar del pánico a las aguas profundas al amor por nadar y saltar por todas partes!